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viernes, 4 de marzo de 2011

Relato: Una paja nocturna.

Un par de días atrás, salí a comer con una amiga mia. Esa noche estabamos cenando mientras charlabamos de cosas banales, cuando de pronto dos mujeres entraron al establecimiento; se trataba de dos gorditas que tenían unos enormes culos de campeonato.

A partir de ese momento, perdí interés en lo que mi amiga hablaba, y de rato en rato me quedaba mirando a ese par de mujerones, que se robaron por completo mi atención. Note que una de ellas se fijó en mi, y hacía lo mismo mientras comentaba algo con su amiga. En un momento ambas voltearon a verme a lo cual respondí con un guiño; definitivamente habíamos entrado en el juego.

Antes de retirarnos del lugar le dije a mi amiga que iba al baño, una vez ahí anoté el número de mi móvil en un pequeño pedazo de papel y cuando regresaba donde mi amiga, dejé caer aquel papel en la mesa de las dos amigas.

Luego de acompañar a mi amiga a su casa, decidí caminar un rato por ahí. Iba yo pensando en eso enormes rabos, y entusiasmado por la llamada que esperaba recibir. Al poco rato de estar caminando llegué a un enrome parque algo desolado, y me senté a descansar por un momento.

Mi cabeza iba a mil por hora, fantaseando con esas dos gorditas culonas que estaban demasiado impactantes. De pronto una sensación de excitación invadió mi ser. No podía sacarme esos culos de la mente, y mi polla confirmaba esta situación.

Ya que nadie rondaba aquel parque, introducí mi mano en el pantalón y sentí como mi polla estaba bastante lubricada. Debido a que el pantalón me impedía manipular la situación con dificultad, solté el botón y deslicé el cierre para estar más cómodo. Lentamente empecé a frotar mi pene, imaginando una noche de locura y pasión junto a esas mujeres... es increíble como la mente de una persona puede ir más allá de lo evidente cuando se trata de fantasear.

Tenía yo la polla dura, y veía como las venas se iban hinchando más y más, mientras yo seguía dando rienda suelta a la imaginación. Estaba super dura y cabezona, parecía que iba a reventar, sin embargo retuve lo más que pude mi orgasmo hasta que no pude, y descargué con tal fuerza que mi leche salió en diferentes direcciones, tan es así que hasta ensucié mi ropa y la banca en donde estaba sentado; pero la mayor parte quedó regada por el suelo como prueba del enorme deseo de comerme a esas dos mujeres desconocidas.

Al final dos cosas vinieron a mi mente: primero, que el encuentro con esas culonas va a ser un evento que espero con muchas ansias; y segundo, que ese parque se prestaba para alguna aventura nocturna.